miércoles, 7 de octubre de 2009

Lo-Fictions #5...

Me levanté por la mañana con una sensación de maréo terrible. Vértigo y ansiedad. Hice café y tostadas, desayuné viendo las noticias, me duché, preparé algo de comer y estuve 20 minutos decidiendo que ponerme, después hice zumo de naranja y seguí preguntándome que sentido podría tener todo ello.

Si la vida se conformara a través de la repetición de pequeños gestos cotidianos, en que momento la realización de esos gestos había empezado a ser fantasmagóricamente irreal y en cual los hechos de la noche anterior comenzaron a parecer los únicamente reales. En que parte del sueño me encontraba ahora, despierto soñaba que estaba despierto y tenía que volver a dormirme mientras la brusca y espantosa perspectiva de la rutina cotidiana iba cobrando protagonismo. Quería dormirme de nuevo y despertarme en esa otra vida y escapar y desaparecer a la terrible ficción de realidad que me engullía.

Cogí el teléfono movido por la excitación y marqué su número. Debil animalito. De nuevo la tonadilla estúpida, después el tono que indicaba que el tiempo de espera había sido excedido. Reflexioné sobre ese sonido y la cantidad de posibilidades que en realidad exponía; no había llegado a cogerlo, no lo había hecho por prudencia, hastío, temor, un pasajero sentido de piedad, porque no reconocía el número, seguía dormida o había sido raptada por Sendero Luminoso y canjeada por 2 toneladas de plátanos y 50 litros de sirope de fresa. Por absurda esta opción se me antojó la más probable, apagué el teléfono e intuyendo lo que había pasado y estaba por venir sentí una profunda conmiseración por mi mismo, salí de casa y cogí la moto para ir al trabajo con la esperanza de estrellarme contra algún autobús de la Diagonal.

En la oficina todo seguía siendo terriblemente irreal, y en la linde del bosquecillo impreso en uno de los posters promocionales de Creamfields podía observar la madriguera de conejos. Finalmente mi compañero se dio cuenta y me preguntó si me encontraba bien, para tranquilizarle le dije que sí, pero que no era nada e intenté sacar el trabajo lo mejor que pude. Pasé el resto del día entre la excitación del recuerdo y el agotamiento. Comí un tambor de verduras con pollo teriyaki en el restaurante del edificio, bebí dos tazas de café. Para entonces apenas notaba la resaca, volví a la oficina y trrabaje tres horas más en una estúpida campaña de promoción del uso de los equipamientos urbanos para hacer ejercicio físico, retoqué a dos ancianos musculados y vomité las verduras posiblemente por el exceso de café. Regresé a casa todavía envuelto en la brumosa oscuridad de la profundidad de un bosque situado en los Apalaches septéntrionales, en el estado de Massachusets, condado de Maine, acosado por la premura de encontrar rápidamente refugio o morir congelado.

Encontré algo de paz en clase de piano. Mi profesor me observaba inquieto y cuando terminó la clase también me preguntó si me sucedía algo.
-Hoy has tocado diferente. Estabas muy descentrado pero lo has hecho con un ritmo especial, una energía mucho más violenta, creo que con pasión. ¿Te pasa algo?
En esta ocasión tampoco mentí. -No he dormido bien y el trabajo no ha ido mejor- No quedo satisfecho con la explicación ni de lejos y algo preocupado me pidió que viniera al día siguiente en lugar del domingo. También me puso ejercicios y cuando me ofreció una taza de té para hablar un poco más de la clase me conmovió su intuición y afecto, pero se la rechacé argumentando que tenía que hacer la compra (también cierto) y me fuí a toda velocidad hacia el super.

Más tranquilo y a punto de encontrar una cueva en el bosque donde poder refugiarme y encender un fuego sonó el teléfono.

lunes, 5 de octubre de 2009

Terry Rodgers



Dice el head de su web que son grandes óleos figurativos de la cultura y sociedad estadounidense... JUA, JUA, JUA, JUA. Hostia pavo, en que mundo vives. Jajajaja, de verdad que me ha hecho mucha gracia. Esto es como cuando Jordi Labanda retrataba "fielmente" el reflejo de la Barcelona moderna... si esto sigue así tendrán que ingresarme con desprendimiento de pleura. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. Que animal. No entiendo como siendo así la sociedad yankee no les hayan dado los juegos olímpicos para 2016.

Bueno, evidentemente son reflejo de algo, de la subjetiva belleza que tiene la decadencia y el efecto de relax que el lujo tiene sobre el párpado de quién lo padece. La técnica del tipo es realmente increíble y su sentido de la proporción anatómica más aun, a no ser que mr Rodgers se paseé de verdad por escenas como estás y se limite a copiar fotografías. Igual es así y de ver gente tan sanota se haya olvidado de que en su pais mueren 45.000 personas al año por no tener seguro médico.